Estoy mejor que nunca. Como no hacerlo, si por fin me encuentro nuevamente; como no hacerlo si por fin dejo que me encuentren; como no hacerlo si ahora vuelvo a comprender que en la crueldad de la vida es donde se esconden los mejores tesoros de uno mismo; como no hacerlo si tengo la constancia de que hay algo al otro lado del sol; como no hacerlo si ahora tengo la oportunidad de coquetear con las tensiones del prójimo, que generan mi rebeldía; como no hacerlo si lo racional es placebo y lo irreal no deja de ser fútil.

jueves, 18 de abril de 2013

TODO ES LO QUE NO PARECE

La crueldad de la vida radica en que: todo lo que pasa, ya quedó en el pasado; toda esperanza queda insatisfecha mientras uno se encuentra alerta a su llegada, atravesándonos luego con su típica característica de imperceptibilidad; cada alegría es efímera y depende del sufrimiento para su existencia; cada momento vive su tiempo más allá del marco que pretendamos colocarle mediante los relojes, así como cada norma se hace para su quebranto.
Permanentemente buscamos aliados y sólo encontramos alimañas; permanentemente trazamos metas y terminamos vulnerando sus fronteras; permanentemente nos readaptamos a nuestra condición de inadaptables, porque la libertad es inherente al ser humano y la sociedad la configuran únicamente nuestros temores.
El día a día lo configuran las retracciones al pasado, enriqueciéndonos las ansias de engañarnos con su goce, mas el futuro se hace prometedor en la medida que pueda cerrar el ciclo y el presente sigue siendo un atropello constante. A los tres los vivimos, los gozamos, los anhelamos y los deterioramos creyendo que pudieron ser siempre mejores. A los tres los tenemos pero ninguno nos pertenece realmente. Los tres nos replican como un segundero, hasta que descubrimos que realmente no están presos en las manillas del reloj.
La crueldad de la vida radica en creer que podemos controlar sus tiempos y persuadir a quien creemos que los controla, mas la cuerda de éste reloj estará siempre en poder de la frustración. El entorno no dejará nunca de mutar, así como nosotros no dejaremos de darle cabida al sufrimiento, esperando recompensarnos con la accesoria alegría o anestesiarnos con la engañosa esperanza.
Todo esto no es más que un circo, haciéndonos a todos indómitos desangrados por la rutina, agonizando el vaivén del tiempo, en espirales que nos adormecen, mientras nos devora el remolino del pasar del tiempo.
La crueldad de la vida radica en que lo cotidiano seguirá negando al día a día, radica en aquella dicotomía de que lo cruel nos motive a seguir adelante, en desear que el futuro atraviese el presente para quedar en el recuerdo, consolándonos simplemente con la experiencia.
La crueldad de la vida radica en que su rudeza endulza nuestras utopías, sus retos agudizan nuestra mente, sus presiones nos hacen rebeldes y su descontrol nos anima el alma. La crueldad de la vida es que sólo así nos enriquece, sólo así se hace imprescindible, sólo en sus límites encontramos nuestra libertad. Radica en que cada vez nos ofrece alternativas de rutas, que nuevamente nos enfrascan en lo mismo.

25/07/2011

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