Entumecido, ataviado por una quietud
anquilosante, absolutamente desconcertado con mi situación real, me veo rodeado por las tenebrosas tinieblas,
en la garganta del abismo de Belcebú, por donde apenas se filtra un fino hilo
de luz que acompaña mi esperanza. Sabiéndome físicamente disminuido, decido
evitar cualquier esfuerzo corporal.
El agudo eco de los lloriqueos nuevamente
acompaña mi lecho, pero debo controlar mis ansias y la corrosiva curiosidad por
descubrir el rostro de su proveniencia. Es mejor que acumule fuerzas y abra los
ojos recién en cuanto tenga la certeza de superar las obnubilaciones. Entre
tanto tengo aún muchas otras cosas que descubrir, siendo pertinente priorizar
aquellas que me demanden el menor esfuerzo, de entre ellas, descifrar aquel
recurrente sueño que a la par de describir mi esencia, me involucra con seres
aparentemente queridos por mí y revela un trágico accidente: recuerdo que en
cosa de segundos recibía un aluvión de imágenes decoladas desde un cálido beso
de rutinaria despedida, hasta el violento tráfico de una ciudad convulsionada, deteniéndose
todo abruptamente con el impacto de mi motocicleta, ruidos de explosiones,
gritos desesperados, alarmas de auxilio y sirenas intermitentes. Todo aquello me
acarrea a una tétrica oscuridad absoluta, que me enceguece y cuyas tinieblas
logran nublar todos mis sentidos. Tortura en la que siento ahogarme una y otra
vez, mientras vuelven cual recuerdos aquellas imágenes representativas de un
universo paralelo.
Incluso avispado siento un vínculo
estrechísimo con aquellas premoniciones, como si fuera yo realmente el actor
principal de semejante tragedia, mas mi única constancia real de existencia es
que soy un ser racional, capaz de percibir tenuemente lo que sucede en mi
entorno, sin mayor voluntad que la de abrir mis ojos y sobrellevar dolores
extremos de origen desconocido. En fin, sólo puedo afirmar que llevo una existencia
vegetativa sin pasado propio y con un presente sumamente agobiador. Brotan en
mí muchos conocimientos de las ciencias e historias, sin que pueda definir el
precedente, pues es como si mis genes ya vinieran recargados de cultura
general; cosa que aún no me explico, toda vez que desconozco su origen en mi
raciocinio y considero inconcebible abarcar tanto conocimiento, sin antes
haberme desarrollado en el ambiente. Tengo aún plena conciencia de mi primera
pulsación e incluso de mi descubrimiento de la luz, eventos primordiales en mi
paso por éste mundo, que se dieron hace un par de desmayos, por lo tanto
deduzco que mi corto tiempo en esta tierra es incapaz de dotarme de tal
raciocinio.
Sé que en este momento me encuentro plenamente
despierto, sé que voluntariamente aquieto mi cuerpo y retengo cerrados los
párpados, pero no me he dormido aún. Sin embargo vuelven a mí aquellas imágenes
del sueño que me hostiga repetidas veces. La diferencia en esta ocasión es que
acarrea imágenes mucho más nítidas que las manifestadas en estado alfa. Ya veo
en ellas detalles que antes omitía, veo el blanco rostro de quien aproxima su
dulce boca a la mía para despedirse, veo el brillo de sus ojos que denotan amor
y admiración por mí, veo en su complicidad el enlace que nos une desde su
esférico vientre y la promesa de una relación familiar prosperando. Incluso
logro ya vincular la agudeza de su voz con el mismo tono de sollozos que
acompañan diariamente mi lecho.
¡Debo abrir mis ojos! Tengo que descubrir
aquella verdad que me está enloqueciendo, develar si realmente se trata de ella
y si realmente tengo una historia propia, anterior a mi actual conciencia. El
miedo a lo inesperado, ora el miedo mismo a lo que espero develar, ora aquel
miedo a reconocerme distinto a lo que ya creo que soy en la actualidad, son
pasiones que empiezan a ahogar mi intención. Dilato el momento de verificar mis
supersticiones mientras me corre un halo frío por el alma… titubeo, me
acobardo… y ¡zas! Doy el brinco a la piscina: abro grandes los ojos, enfoco la
mirada, supero la incandescencia y perfilo mi vista hacia el lamento que me
acompaña. En el mínimo margen de segundos que separan mi acción al repentino
salto de mi objetivo que, nuevamente, expresa su sorpresa llamando a otra
gente, logro encontrar entre la negra cortina de mechones caídos un blanco
rostro calcado de las facciones registradas en la musa de mi sueño.
27/3/14
CONTINUARÁ...