¡Pobre América mía!
Se torció el tobillo argentino y no hay entablillado chileno
que le ampare.
Tiene a punto del desgarre a su rodilla boliviana y ni qué
decir de la hinchada brasilera.
Como van las cosas, en cualquier momento se fractura el
muslo colombiano, debilitado por el esguince entre su Perú y Ecuador.
Sufre de úlceras en el vientre caribeño y le huele a gases la
Venezuela.
Magullada completamente su cintura mexicana; le arden las Antillas
y hasta tiene metástasis en la región del Washington.
¡Quien pudiera curármela de este virus llamado gobierno!
¡Pobre América mía!
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