Estoy mejor que nunca. Como no hacerlo, si por fin me encuentro nuevamente; como no hacerlo si por fin dejo que me encuentren; como no hacerlo si ahora vuelvo a comprender que en la crueldad de la vida es donde se esconden los mejores tesoros de uno mismo; como no hacerlo si tengo la constancia de que hay algo al otro lado del sol; como no hacerlo si ahora tengo la oportunidad de coquetear con las tensiones del prójimo, que generan mi rebeldía; como no hacerlo si lo racional es placebo y lo irreal no deja de ser fútil.

jueves, 18 de abril de 2013

ADVIENE OTRO CORTO VERANO

Conforme a la información reciente que nos facilitaron los meteorólogos políticos, se avecina un nuevo corto verano anarquista.

Lo irónico en este caso, como en todos los casos verificados en Bolivia, es que a partir de nuestra idiosincrasia nacida del sincretismo aymara – hispano, generamos estos veranos por medio de la misma ley, a diferencia de lo ocurrido en la Guerra Civil Española.

Efectivamente, así como se generó un corto verano anarquista a partir del empoderamiento que le dio la Ley de Participación Popular al ciudadano, para que administrara en parte su propio municipio, es ahora la Ley del Día del Peatón la que puede empoderarnos de los espacios públicos.

Para entender el impacto de tales coyunturas, debemos reconocer que los veranos siempre son cortos, por lo mismo que son intensos, pero no es menos cierto que las intenciones gubernamentales acarrean vulpejas vestidas de ovejas, por lo que el agnosticismo nos invita a pensar respecto a este tema simplemente como un espacio de catarsis, para que luego el ciudadano pierda la necesidad de exigir su espacio.

Sin embargo es de vital importancia para la salud de la comunidad que explotemos este verano, para conocer en carne propia aquella libertad que siempre anhelamos.

A aquella mano de catarsis que nos esta prestando el Gobierno, agarrémosle el codo y si se puede, hasta el cuello. Demostremos que aquella abstracción del “Ensayo a la Lucidez” de Saramago, en la cual dramatiza una situación de desgobierno, puede en los hechos convertirnos en generadores de nuestro propio destino y administradores de nuestra propia libertad, sin afectar a la colectividad, sino por el contrario cohesionarla.

No sabemos a ciencia cierta cuales serán los resultados de esta experiencia en particular, pero es nuestro deber el utilizarla como plataforma, que nos catapulte a la comprensión del espacio público como algo de todos, dejando de lado la falsa acepción de que es un bien mostrenco donde sólo se acumulan los deshechos de la colectividad.

Es por esto que me atrevo a invitar a toda la comunidad para que tomen las calles, y así poder reconocernos con nuestro entorno y valorarnos como co – habitantes de un mismo espacio, puesto a disposición de la conjunción de libertades.

18/08/2011

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