Con la conciencia
tan oscura como el carbón
y un cinismo
inquebrantable,
exhibo el
talante de mi ceniza
plasmada en
el cenicero.
Lo hago con
cierto placer autodestructivo.
Lo hago con
morbo expropiado.
Lo hago con
el sublime gozo
de una
adicción libidinosa.
Ahí está
evidente y traslúcida.
Tendida
contra la fría cerámica del cenicero.
Sensual,
seductora,
paciente,
pensativa.
Contemplando
con gracia las horas que me quedan;
las horas que
placenteramente me resto.
Ahí está, con
su grisácea silueta,
marcada en el
abismo
de horas
interminables
con cigarrillos
extintos.
Coqueta,
enigmática,
plástica.
Aguardando en
el rellano
a que me decida
a acompañarla
y plasme yo
también, contrastadas,
mis cenizas
en el frio purgatorio.
9/08/2022