Cómo deseo compartir contigo la contemplación del cosmos, en silencio, sin que suene más que nuestros melódicos halos de vida, sin que se percaten nuestros suspiros. En silencio, como mi mudo deseo de ti.
Nubiloso horizonte y escabrosas escenas del pasado, ahogan de ocio a lo cotidiano. Lagrimas claras, cristalinas como la lluvia, enturbian el agua cual agitado lodazal, secándose antes de brotar, por lo pasmada que anda el alma.
Concluida la jornada, recién empieza mi velada: aquel calvario que resisto escapando de mi mismo, hasta que arda la última vela en el claustro de mi alma. Masoquista actitud que hace madurar angustias, mientras las tribulaciones carcomen el espíritu y el final torna temerario. Agonizo en cada encuentro conmigo mismo; mis tormentos bullen desde lo profundo del reconcomio, asfixiando mi cerebro y celebrando mis duelos.
Al compás de la música y estremecido por la melancolía, purgo mis temores a la soledad, mientras tu nombre repica en cada canción, retumbando sórdidamente en mi razón. Horadando en mi interior queda marcada tu ausencia, que agita constantemente mis meditabundos pasajes en deserción.
Ecos en el vacío, ecos de nostalgia; estruendos de mi palpitar que cesarán en el crepúsculo. Los pulmones aguijados exhalan suspiros atropelladamente, mientras que los otrora gorrones abdominales salen de sus capullos en forma de mariposas; y el corazón, cual foco titilante, absolutamente arrítmico, alterna del galope al paso y recurrente trote con rebote.
Refusilos mentales, sin ningún destino, intercambian ideas inocuas con clarividencias ininteligibles. Una pesadilla que no da marcha atrás, siendo la tregua negada a los rebeldes. Ahoga la vida y asfixia el pasado, mientras el presuroso futuro se enfanga en el presente. Sueños extraviados, pasiones ranciadas y rutina perenne no hacen más que el ciclo reiniciar.
Se me escapa el tiempo, mientras aún pienso en romper el silencio. Suerte de ánimas, halos y susurros, llaman a la parca que viene a paso cansado, pues el otoño no desojó aún al Edén y la primavera ya vislumbra retornar.
Aunque siempre hay esperanza, no logro cerrar el hueco de mi alma. Las mariposas que revolotean mi interior exhalan más hiel que almíbar, obligando peripecias a mi voz para no entonar el dolor. Se abren infinidad de opciones y la libertad sigue restringiéndose por desconciertos.
Necesito impregnarme nuevamente de tu fragancia, sentir como tus pétalos acolchan mis delirios y reencontrar aquella frágil esencia tuya, que conjuga con mi interior acoplándote en mi alma, a través de tus pardos ojos profundos que absorben cada gota de mi vid, enmarañando nuestras venas a lo eterno.
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