Estoy mejor que nunca. Como no hacerlo, si por fin me encuentro nuevamente; como no hacerlo si por fin dejo que me encuentren; como no hacerlo si ahora vuelvo a comprender que en la crueldad de la vida es donde se esconden los mejores tesoros de uno mismo; como no hacerlo si tengo la constancia de que hay algo al otro lado del sol; como no hacerlo si ahora tengo la oportunidad de coquetear con las tensiones del prójimo, que generan mi rebeldía; como no hacerlo si lo racional es placebo y lo irreal no deja de ser fútil.

martes, 27 de agosto de 2013

ROCÍO EN CEBOLLULLO III

Estómagos ligeramente alimentados, sed abundantemente saciada y reconfortante siesta, son el preludio a nuevas aventuras. Concluida la serena estancia, toca emprender nuevamente la marcha, quedando aún mucho trecho por recorrer antes del poniente.

Redunda una vez más el espectáculo de ensille y monta, sin embargo en ésta ocasión con mucho menor aspaviento. Así mismo resalta la fatiga de las bestias, a la par que crujen las anquilosadas coyunturas y se acomodan las macurcadas carnes de sus jinetes.

Páramos asolados se conjugan con verdes sembradíos y, de cuando en cuando, aromáticos túneles conformados por higueras aligeran la marcha.

Uno que otro fruto cosechado clandestinamente nutre de azúcares al pícaro que ose estirar un poco la mano.

Con engañosa apariencia de pálido basalto fraguado, se hacen abrumadores los extensos y desérticos playones de aluviones provocados por lodo y greda, acarreados en pasadas tormentas cuyas aguas hubieron enterrado el recuerdo de épocas feudales, dejando a terratenientes abandonados a la deriva de una naturaleza caprichosa. En el centro mismo, cual punto de partida para establecer radiales, se yergue soberbio un peñón de roca colorada. Natural reloj solar de majestuoso menhir, vierte la sombra imprescindible para los agotados y excesivamente sedientos aventureros, quienes consumen brevemente una ligera merienda para retomar presurosamente la marcha, compitiendo con la amenaza de negro manto nocturno que se avizora en el cercano descanso del astro rey.


Ya llegando a destino mientras cae la fría noche, emprenden las afanosas tareas de desmonte de semovientes y armado de campamento, contentos por el cúmulo de anécdotas cosechadas en el trayecto, las cuales aligerarán la posada acompañadas de una hoguera que propicie cordial velada.

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