Estoy mejor que nunca. Como no hacerlo, si por fin me encuentro nuevamente; como no hacerlo si por fin dejo que me encuentren; como no hacerlo si ahora vuelvo a comprender que en la crueldad de la vida es donde se esconden los mejores tesoros de uno mismo; como no hacerlo si tengo la constancia de que hay algo al otro lado del sol; como no hacerlo si ahora tengo la oportunidad de coquetear con las tensiones del prójimo, que generan mi rebeldía; como no hacerlo si lo racional es placebo y lo irreal no deja de ser fútil.

viernes, 2 de agosto de 2013

AMISTAD AÑORADA

El abismo donde hace eco la esperanza es cada vez más hondo, apocándola en su vertiginosa caída. Penosa etapa recurrente que obliga a la retrospectiva, llevándonos irremediablemente al almacén del olvido para desempolvar la fuente de nuestra individualidad.

Muchas veces nos pasa la vida imperceptible, cual si la flojera de absorber de ella dulce elixir se tornara en grillete, obligándonos cruelmente a chapotear en la rutina, sin chance a sacarle provecho alguno, amalgamando a su vez aquella duda respecto al grado de conocimiento y reconocimiento del prójimo, distanciándonos por aquel inclemente pasar del tiempo.

Ambas consignas anuncian aquel deseo inmerso que purga por salir a brote, el cual consta de férreo intento por desenterrar dulces recuerdos, acumulados y archivados al atravesar una etapa cercenada abruptamente por adversa coyuntura.

Tenue sombra nublada de olvidos, brota cual silueta descriptiva de aquella etapa de la vida en que los jóvenes pre-adolecentes escapan al sexo opuesto, como si prepararan energías para postrera caza furtiva en sentido contrario. Etapa en la que el acercamiento humano es absolutamente inocente, encontrando mella en la corrupta perversión humana de estigmatizar al prójimo.

Tratase esta vez de un éxodo temporal, en el que su protagonista encuentra remedio a la hostilidad de roscas prefabricadas, tras el sincero abraso de candorosa hospitalidad femenina, la cual aparenta amplitud, pero es inmediatamente abrumada por la infamia ajena.

Él es simplemente un muchacho intimidado por las circunstancias, cuyas reacciones transitan entre cavilación y ostentación, probando así la suerte que pudiera abrirle las puertas recientemente empotradas a su alrededor. Ella, en cambio, muy segura de sí misma, arremete con brillosos ojos y delgada figura, para descargar cual aluvión su creciente curiosidad.

Grandes ojos rasgados hacia arriba con indicio de perenne dicha, curvilínea nariz anclada en delineada boca, cuyos delgados labios sonríen con ternura, fisonomía tal, que da lugar a la subordinación del ego, logrando así una cita clandestina para transmitir aficiones afianzables por el resto de su existencia.

Inmediatamente fraguan los cimientos de la que pudiera ser una complicidad más que duradera. Luego de estrechados los vínculos y conciliadas las coincidencias, recorren juntos el recóndito camino de interacción amigable, fusionando afinidades y pasiones, contagiándose a la vez sus idílicos. Mas avatares de huracanada vida, hacen que dos almas paritarias escarben distintos rumbos, condenando a aquellos presagios tras el calabozo del olvido, sin opción alguna a que siga construyéndose el porvenir común.

Amerita confesión, es justo para ella el saberlo: surgida de la nada entre los sueños del ya crecido secuaz, logra causarle gran trabajo descifrar las razones que llevaron al exilio aquel cariño, cuyo desarrollo fue de alguna manera enfangado en el miedo al tabú. Llaga reabierta para paliar soledad insurrecta, cabildea  en la mente con halo de arrepentimiento, guardando en su morral la esperanza por el retorno de la golondrina migratoria, sabiendo inteligiblemente que existen probabilidades en contra, a la vez que se conoce paradero irresoluble. 

2/08/2013

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