Estoy mejor que nunca. Como no hacerlo, si por fin me encuentro nuevamente; como no hacerlo si por fin dejo que me encuentren; como no hacerlo si ahora vuelvo a comprender que en la crueldad de la vida es donde se esconden los mejores tesoros de uno mismo; como no hacerlo si tengo la constancia de que hay algo al otro lado del sol; como no hacerlo si ahora tengo la oportunidad de coquetear con las tensiones del prójimo, que generan mi rebeldía; como no hacerlo si lo racional es placebo y lo irreal no deja de ser fútil.

martes, 20 de agosto de 2013

MEDITACIÓN

Si, en efecto, una vez más me puse a soñar, a soñar despierto y colgarme del magnetismo de mis meditaciones, congelar mi razón en el epicentro del cosmos, purificar mi ente y alimentarme de gloria.

¿El ambiente?, pues tranquilo, sin gente alrededor, sin interrupciones, a pesar de la esporádica presencia de algún transeúnte, quien se dispersaba sin mayor aspaviento. Reinaba el individualismo. Cada cual en su mundo y sin hacer mella en el prójimo. Unos pasaban meditabundos, otros estupefactos se quedaban pensando, en absoluto silencio, en el mismo lugar donde los aferró la ráfaga de luci
dez. Comunión absoluta en la que se puede transmitir mucho sin decirse nada, a la vez que se puede absorber del resto sin denotar existencias.

En fin, soñé despierto… me ensimismé y percibí muchas de las cosas que casualmente se nos escapan en lo cotidiano. La abstracción me succionó. Fui atraído, magnetizado, imantado como si me tragara un agujero negro. Crucé la puerta multidimensional que me llevó al blanco espacio de encuentro de las almas. Drené mi ser hacia una luz nítidamente blanca, que me absorbía paulatinamente.

Mi primera reacción fue un acto instintivo acompañado de terror. La cautela forjada y templada por años de razón matemática me retuvo por un momento, mas a la postre pudo más la curiosidad y me dejé llevar. Soltándome de arraigados prejuicios, emprendí levitación hacia algún paraje absolutamente desconocido para mí.

De pronto, sumergido en la inmensa y enceguecedora luz, sentí tu calor, tu paz y tu sapiencia, dando por triunfado el encarrilamiento de mi extraviado ser. Supe de inmediato que el amor y amistad que me brindas en ésta tierra, acompañará los designios previstos para mi ser más allá de lo metafórico, al otro lado del sol, en aquella dimensión de lo esotérico.


A partir de ese mágico momento las ansias me carcomen constantemente, corroyéndome el deseo de volver a entrar en ti, de beber de tu magnificencia y enceguecerme con tu bella silueta femenina. De hacerte nuevamente el amor en aquel paraje donde el éxtasis torna infinito.

20/08/2013

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