Estoy mejor que nunca. Como no hacerlo, si por fin me encuentro nuevamente; como no hacerlo si por fin dejo que me encuentren; como no hacerlo si ahora vuelvo a comprender que en la crueldad de la vida es donde se esconden los mejores tesoros de uno mismo; como no hacerlo si tengo la constancia de que hay algo al otro lado del sol; como no hacerlo si ahora tengo la oportunidad de coquetear con las tensiones del prójimo, que generan mi rebeldía; como no hacerlo si lo racional es placebo y lo irreal no deja de ser fútil.

martes, 10 de junio de 2025

MARKETING, EL MIDAS MODERNO


Entre susurros digitales y la fría penumbra de datos dispersos se alza una voz seductora, promesa de riquezas invisibles. Sus palabras, suaves como miel envenenada, logran apagar ese latido sincero del alma. En el parpadeo fugaz de notificaciones y en la danza de imágenes efímeras se esconde una trampa sutil para el espíritu, un laberinto tejido con falsos deseos y espejismos, donde la verdad se disuelve entre incontables ofertas y descuentos.

Cada clic se transforma en un grito silente que resuena en la maraña de lo virtual; es un afán desesperado que borra la línea entre lo real y lo ilusorio, mientras lo auténtico se desangra en un pozo de sombras, reduciéndose a un eco insípido de una felicidad manufacturada. Entre esas palabras se ocultan falacias discursivas y hechizos retóricos, parte de un trance mercantil en el que se efectúa una transacción de orfismos, vendiendo el misterio a cambio de ilusiones que enturbiarían el más agudo discernimiento.

En un futuro sombrío, si persistimos en adorar las ilusorias promesas de este marketing que, con un toque letal, transforma lo intangible en oro, nuestras almas se endurecerán y se volverán tan pesadas como estatuas abandonadas en la lodosa profundidad de un pantano. Olvidaremos que la verdadera esencia del ser reside en fluir libremente, como el agua que se rehúsa a ser encadenada por falsos encantos. Y así, al disiparse el velo de seducciones doradas, se revela la cruda alquimia de nuestro tiempo: ese poder corrosivo, en esencia, es el moderno Midas, que roba la autenticidad y despoja la chispa vital que nos hace humanos.

 


(SAMU 10 de junio de 2025)

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