Estoy mejor que nunca. Como no hacerlo, si por fin me encuentro nuevamente; como no hacerlo si por fin dejo que me encuentren; como no hacerlo si ahora vuelvo a comprender que en la crueldad de la vida es donde se esconden los mejores tesoros de uno mismo; como no hacerlo si tengo la constancia de que hay algo al otro lado del sol; como no hacerlo si ahora tengo la oportunidad de coquetear con las tensiones del prójimo, que generan mi rebeldía; como no hacerlo si lo racional es placebo y lo irreal no deja de ser fútil.

miércoles, 14 de mayo de 2025

DESTARTALADO


Bajo el abrasador sol del altiplano, como un espejismo danzante, se yergue la silueta fantasmal de un vehículo viejo y oxidado, arrastrándose en medio de un desierto infinito. Sus faros, parpadeando con luz tenue, son únicos testigos de un viaje que jamás logró despegar. Cada abolladura y cada pieza desgastada rechinan la historia de promesas incumplidas, son el reflejo de un aparato estatal desenfocado y sordo que se ha quedado estancado en un páramo de burocracia y represión.

En este escenario, cada elemento del vehículo simboliza una parte del Estado: la policía, el ejecutivo, el legislativo, el judicial y todas esas instituciones represivas, ensambladas de manera improvisada en un casco metálico que ya no soporta el peso de sus propios engranajes. Prometieron llevarnos a un destino seguro, a resguardar a la ciudadanía, pero ahora sus mecanismos giran de forma mecánica y chirriante, embadurnados por el lodo seco de su corrupción.

El motor, antes retumbante y vigoroso, únicamente murmura lamentos, mientras la oxidación corroe no solo el metal, sino también la confianza en un sistema que se desintegra lentamente. La arena, implacable en su avance, escurre entre las grietas del vehículo, borrando las huellas de una seguridad manufacturada que se ha revelado tan frágil como ilusoria.

Y aquí, en medio de ese paisaje tétrico y desolado, la pregunta se queda suspendida: ¿De qué nos sirve un vehículo que promete nuevos mundos, si apenas puede moverse y solo arrastra con él la vergüenza de un motor obsoleto?

El viento recoge la arena y arrastra consigo los ecos de respuestas inacabadas, dejando en el aire una incertidumbre que invita a cuestionar la verdadera esencia de aquello que llamamos seguridad. En ese horizonte abierto, sin un final claro, el silencio ancestral plantea sin cesar el interrogante: ¿Podrá alguna vez surgir un motor que nos libere de este letargo, o seguiremos varados en un trayecto sin destino, atrapados en la oxidación de un sistema que ya no cumple sus promesas?

Aún así, el destartalado sigue su ruta, dejando tras de sí el nauseabundo olor del aceite quemado y una estela de humo negro impregnado por la codicia. ¿Hasta cuando seguiremos inertes viendo el espectáculo y a la espera de montarnos en aquella máquina que sólo transporta degradación e inmundicia?


(SAMU 15 DE ABRIL DE 2025)

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