Lo prefiero así,
simple, puro, honesto y frugal.
Perenne tentación de conquistar cimas inexpugnables,
alejadas de la frustración y el desamparo.
Contemplación del horizonte
durante un poniente que nunca acaba,
alegre, rosáceo y con el tibio cariz de los celajes.
Así queda, salpimentada de antojos
la sana distancia
que ilusorias hace mis recurrentes ansias de ti.
Lo prefiero así.
Un pensamiento platónico
alejado de turbias desilusiones.
Un melero recuerdo de tus oscuros ojos,
de aquella fina estampa de fertilidad,
de los cautivadores surcos
que adornan tu sonrisa carmesí
cual paréntesis del corazón,
de marmólea tez
que brilla haciendo contraste
ante los matices de suaves hoyuelos,
de voluptuosidad idílica
que resuena como la marea alta
horadando acantilados.
Así queda, pertrechada de abrigo
la sana distancia
que sublima una exime necesidad
castrada volitivamente.
Lo prefiero así.
Un delirio constante
que hace glorioso al libido,
que humecta al ambiente
cargándolo con olor a lavanda.
Un desorbitado vacío
que colma el otoño de la vida.
Un descarriado deseo
por alcanzar al alter ego.
Un masoquista antojo de ti,
nutrido siempre por la sana distancia.
Así queda,
al aire,
sin marco,
sin bastidor ni cabestrillo.
Etérea.
21/04/2020
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