Entumecidas las manos, en ellas pesa el pasar del tiempo, la quietud, el anquilosamiento por la gélida humedad al fondo del pozo, el miedo… mejor dicho, los miedos apilados, pesados, grotescos, apoltronados y sin sentido. Tribulaciones ridículas enraizadas en una procrastinación vorágine, una peste cual nubarrones oscuros que raudamente colman los cielos.
¡Basta ya! ¡La presión del ahogamiento no debe perpetrarse! Llegó hoy el momento de sacudirse el polvo acumulado por una errante diáspora entre la simple supervivencia y aquellas indulgencias de una capitulación ante azares idealizados.
Hados luminosos vuelven a brillar refulgentes
en las comisuras del pensamiento. Aportan el calor necesario para empezar a
sentir las falanginas, falanges, nudillos, túnel carpiano, vida táctil, ¡ansias
por empuñar la pluma! Nuevamente llega la hora de invocar a las musas.
Nuevamente llega la hora de cantar a la libertad. Nuevamente llega la hora de
despertar aquelarres y entonar a todo pulmón odas contestatarias que hagan
apología de la vida en rebeldía.
06/07/2022
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