Paulatinamente la oscuridad se hace más densa, mientras la luna lucha ansiosa pero infructuosamente por desenredarse de las grises nubes que se espesan estrepitosamente. Refusilos en el cielo amenazan la proximidad de tempestades, al mismo tiempo que visibilizan a aquellos búhos que nos clavan sus miradas depredadoras por sobre el cuello.
Abriéndose paso entre espectrales cañadas, farallones y quebrachos, los ecos del campo, al principio inocentes cantatas de grillos y ranas, juegan rítmicamente con el acelerar del corazón, en la misma medida y proporción que se perciben los movimientos rastreros de culebras y alimañas.
La engañosa mente se colma de paranoia, descifrando al viento cual pasos al acecho. El tibio respirar del homicida que exhala en la nuca, resulta ser una simple brisa combinada con el pulso acelerado y el sudor fresco.
Me dio escalofríos, muy bueno, corto, claro y conciso
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