Estoy mejor que nunca. Como no hacerlo, si por fin me encuentro nuevamente; como no hacerlo si por fin dejo que me encuentren; como no hacerlo si ahora vuelvo a comprender que en la crueldad de la vida es donde se esconden los mejores tesoros de uno mismo; como no hacerlo si tengo la constancia de que hay algo al otro lado del sol; como no hacerlo si ahora tengo la oportunidad de coquetear con las tensiones del prójimo, que generan mi rebeldía; como no hacerlo si lo racional es placebo y lo irreal no deja de ser fútil.

miércoles, 20 de agosto de 2025

UN DESPERTAR SEGURO

Musa de la poesía más sincera,

tu cuerpo empieza a celebrar rituales propios

como templo que susurra lenguajes nuevos,

o un jardín brindado al sol por vez primera.

Ese latido no es prisa,

es repiques de campanas anunciando

el llamado de la vida

que te invita a explorar su música.

Es un instante sagrado

donde el cuerpo y el alma se reconocen.

Cuando el río del deseo te acaricie los pasos,

no temas su corriente,

pues no has nacido para reprimir el cauce

ni para dejar que te arrastre sin rumbo.

Es el fuego que danza en la tierra fértil,

el agua que busca cauce

y el aire que quiere volar.

Has nacido para remar en tu propia barca,

con las manos firmes y el horizonte elegido.

Cuando llegues al encuentro con otro corazón,

recuerda que ambos ritmos pueden ser distintos.

Él puede llegar como chispa que brinca,

ímpetu mental, instinto que avanza.

Y tú, como agua, tienes el don de la pausa,

la brújula de la ternura, la melodía de la calma.

Pero no te quedes solo en tu elemento.

Aprende a leer su pulso:

cuando su corazón se acelere,

acompáñalo con tu agua,

no lo detengas en seco ni apagues su fuego,

déjalo danzar en tu corriente sin consumo.

Quien se acerque a ti,

que lo haga como quien lee una novela sagrada:

explorando cada página,

sin saltar capítulos,

escuchando el silencio entre las frases.

Que sus manos sean pluma y no peso,

que su mirada sea faro y no tiniebla.

Leyéndote como poesía:

con amor, interpretación y reverencia.

Recuerda que el fuego puede calentar o quemar,

y que tu agua puede fluir o contener.

Baila el encuentro como arte,

no como impulso:

elije, siente, invita,

y nunca cedas aquello

que tu corazón no celebra.

Si alguna grieta aparece en el viaje,

no la ocultes.

Rellénala con oro de palabras,

con la paciencia de quien sabe

que la belleza verdadera

nace también de lo reparado.

Y si en medio de la danza

necesitas pausa, refugio o silencio,

ven a mí, que mi corazón está abierto.

No como guardián que vigila,

sino como abrazo que sostiene,

como orilla donde reposar

antes de volver al mar.

El diálogo es refugio, no vigilancia.

Cada pregunta merece ser escuchada,

cada emoción nombrada.

Cada duda será un verso,

y cada respuesta, un faro,

para que el pulso de tu anhelo

nunca tiemble en la penumbra.

Este despertar es tuyo,

pero mi amor y mi confianza

caminarán siempre cerca,

para que cada paso tuyo

sea placentero, seguro

y lleno de la luz que mereces.

Que tu fuego no se apague,

que tu agua no se estanque,

que tu aire no se pierda,

y que tu tierra te sostenga.

Y si alguna vez dudas,

recuerda que el amor verdadero

no exige, no apura, no invade.

Solo acompaña, como lo haré yo,

desde la orilla, celebrando cada ola

que tú decidas navegar.

 


(SAMU 19 de agosto de 2025)


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