Trepó los peldaños pisoteando todas las
cabezas que se le interpusieron. Al llegar a la cúspide fue feliz aplastando a
los sobrevivientes, hasta que una brusca caída acabó rompiéndole el cráneo con
el cetro que llevaba aferrado a la mano derecha.
En su lápida agoniza esculpida la retórica que
escribió su mano izquierda; y el pasar del tiempo lo hizo leyenda.
5/03/2014
Da para diversas reflexiones... primero pense: el cetro no lo llevaba en la mano izquierda?, pero, claro, entonces habría escrito su obituario con la mano derecha... todo depende del espejo con que se miró.
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