Estoy mejor que nunca. Como no hacerlo, si por fin me encuentro nuevamente; como no hacerlo si por fin dejo que me encuentren; como no hacerlo si ahora vuelvo a comprender que en la crueldad de la vida es donde se esconden los mejores tesoros de uno mismo; como no hacerlo si tengo la constancia de que hay algo al otro lado del sol; como no hacerlo si ahora tengo la oportunidad de coquetear con las tensiones del prójimo, que generan mi rebeldía; como no hacerlo si lo racional es placebo y lo irreal no deja de ser fútil.

martes, 24 de septiembre de 2013

ROCÍO EN CEBOLLULLO V

Creciente luz de sol mañanero, con la cual empieza a apreciarse verdaderamente el paraje que les dio acogida: frondoso valle cubierto de antiguos árboles frutales, desde fragantes cítricos hasta carnosas chirimoyas y aterciopeladas guabas (pacays). Los olivares de antaño, así como el enorme ceibo que porta las campanas de la casa de hacienda de pretéritos presidentes, sombrean misericordiosamente el campamento, a la vez que el aroma a hortalizas y cebollines trepa entre el dorado de los perales y variados cereales crecientes.

Empieza a clarear el alba. La escueta paz de la corta noche queda atrás, mientras la invasión humana vuelve a hacerse sentir. Grillos acallados y gallos exaltados, al tiempo que Fénix es aclamado para restaurar aquellas lumbres que hervirán el desayuno. Delante del tumulto, aún tambaleante, aparece tímido el párroco, quien carga penitente el dolor de sus pecados de la víspera, retumbándole la cabeza y removiéndole las tripas; marcada en su rostro cual tatuaje de judío errante, lleva la sonroja de evidente intención de negociar la postergación de sus prestaciones, toda vez que su alma se ve menguada en cuanto al servicio eucarístico.

Entretanto el cófrade atiende súplicas del cura, los huéspedes nacionales y extranjeros concluyen la ceremonia de recarga de energías, recogen los trastos del desayuno, disponen las cobijas al calor del sol en súplica reverencia para secarlas del peso húmedo de la aurora y emprenden sus tareas pre asignadas: las damas andaluzas se disponen al séquito de maquilladoras, peluqueras y modistas, haciéndose fajar cual cincha aquellos vistosos y coloridos vestidos moteados, embrollar las majestuosas peinetas en elaborados moños y relucir las uñas con brillantes esmaltes; por otro lado, los caballerizos revisan herrajes y tobilleras mientras los jinetes disponen de las reatas que los ayudarán a acarrear a sus bestias a la vertiente más cercana, donde otorgarán el merecido baño a sus équidos. Absolutos afanes cargados con la alegría de niños que corretean por los prados resonando sus carcajadas.

Pues así como quedan concluidas las faenas obligatorias, llega la hora de celebrar la misa (casi obligatoria), la cual debió ser muy breve y escueta, dados los constantes sofocones que sufría su patrocinador en razón a su magro estado hepático. Ahora toca reposar los adoloridos músculos y acumular pecados durante el año, para así expiarlos en la próxima ronda sevillana: llegó el momento de retornar llevando cargadas las alforjas del duce recuerdo, armoniosamente acompañado por el trinar de aquellas aves que en colorida bandada revolotearon su estadía.

23/9/2013


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