Estoy mejor que nunca. Como no hacerlo, si por fin me encuentro nuevamente; como no hacerlo si por fin dejo que me encuentren; como no hacerlo si ahora vuelvo a comprender que en la crueldad de la vida es donde se esconden los mejores tesoros de uno mismo; como no hacerlo si tengo la constancia de que hay algo al otro lado del sol; como no hacerlo si ahora tengo la oportunidad de coquetear con las tensiones del prójimo, que generan mi rebeldía; como no hacerlo si lo racional es placebo y lo irreal no deja de ser fútil.

martes, 23 de julio de 2013

EL DRUIDA

Sacrílego producto de un amor clandestino, engendrado a la oscuridad de la noche, concebido en un viejo granero abandonado, cuya única claridad provenía de la pálida luz de una luna creciente. Pendenciera irreverencia perpetuada volitivamente, para rendir rebelde revés a la menguante luna que sustenta a Ceridwen. Cruel venganza del infamado Gwyon (sirviente de Ceridwen), quien hábilmente sedujo para la consumación a la bella Crearwy, logrando así su cometido de transmitir los genes de la belleza celada por la bruja matriarca. Así fue parido Creudwyfol (nombre providente del galés que representa a la creación divina), putativo nieto de Ceridwen, además de ilegítimo y nunca conocido, quien vio la primera luz en el esplendor de la luna llena del equinoccio de primavera, precisamente durante el fecundo Ostara (Sabbat de primavera en homenaje a nueva vida). Mas al enterarse su joven madre, Crearwy, de la desgraciada perversión de Gwyon que le dio origen, sacrificó su amor innato por el crio, dándole cruel sepultura en vida, bajo los cenagosos limos del pantano más próximo al templo de menhires.

A pesar de la brutalidad que enturbia aquella concepción, tratase de un alma forjada entre designios divinos, cuyo destino se aleja significativamente de tan cruel fin, pues más allá de ser su padre engullido como espiga por la rapaz hechicera ancestral suya, el neonato goza de la cósmica suerte de quedar criogenizado, dando lugar a la trascendencia de los poderes mágicos de su estirpe. Pues, precisamente a partir del moderno dragado de aquellas fétidas aguas, con mira a la expansión industrial de la vieja isla celta, fue recuperado el tieso cuerpecillo, cuya alma rediviva encontró el amoroso cobijo de proletaria familia.

Desconocidos designios hicieron que el renacer de Creudwyfol coincidiera con el Beltane (festividad o Sabbat de la fertilidad que nos recuerda aquella capacidad divina de creación), festejándose así cada aniversario natalicio suyo en la fecha del primero de mayo, cuya muestra se representa en aquella travesura de su mocedad, cuya experimentación de sus poderes pudo repercutir en el transcurso social del mundo, teniendo por epicentro las jornadas del lejano Chicago.

Tal cual prodigiosa es la larga y bicentenaria vida de aquel anciano, quien empuñando el cetro dorado acarrea a nuestros tiempos la poderosa cósmica que circula en su sangre heredada por lejanos ancestros, crispándole de tanto en tanto la larga y tupida barba cana.

Místico ser de mirada profunda, encubierto constantemente por facciones de seres salvajes, merodea nuestro entorno precautelando salvaguardas a lo divino, pues su gracia cela las cicatrices hechas por el hombre a la fértil madre tierra, quedando esclarecida su misión en éste mundo, pues gracias a él, todo lo muerto podrá ser nuevamente creado y las vidas tendrán la dicha de emerger tras cada reencarnación deseada. De la misma manera demuestra su poder dando por liado el ciclo histórico, cuyas revoluciones muertas, asesinadas por angurrias de poder, vuelven a surgir de la aparente nada, para reivindicar al desvalido y equilibrar los poderes de aspirantes tiranos, contagiando con flameante fénix a las esperanzas por la utopía y eliminando, al menos esporádicamente, aquellos abusos que se acumulan en el caudillismo.

23/07/2013

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