Grotesco ser invasor, posas tu fofo cuerpo en
lo alto de las cornisas, disimulando hipócritamente vigilia para amparar al
mundo de imaginarios demonios, cuando en realidad los tienes bien adentro,
deglutidos durante resaca de angurria, para ser cómodamente digeridos en postrera
posada.
Fastuosas fachadas colmadas de prejuicios te hacen
trono, monstruo de la envidia, que flirteando con el poder máximo, encuentras
satisfacción al decorar sus cúspides, mas tus percepciones van paridas por
ponzoña ajena y tus pretensiones se ahogan en su propia mediocridad. Borracho
de poder y borracho de costumbre, solo pule tu grotesco rostro el palaciego
entorno al que te arrimas.
Pálido postulante a líder, te entibieces por
tu soberbia, cuando disfrazado de vulpeja sólo cubres el frígido cuerpo
petrificado por Romanus. Vergüenza perpetua de las grandes bestias, macilento
dragón cebado por Morfeo, deberás reconocer que tu representación ni siquiera alcanza
a escollo: duelo que te pesará por siempre, recordando así la innata miseria
que te concibió.
28/7/2013
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tus comentarios me retroalimentan