Cuando el nomo extraviado
es secuestrado del occipucio,
para reclamarle al eclipse
sonatas revocadas de anecdotarios,
paridas en cálidos equinoccios
de idílica pasión nocturna.
Ahí se encuentra el artista,
reescribiendo aún su epitafio,
mientras remarca las siluetas
de su última contemplación.
Aquel amargo ogro
al que se le escapan las notas
ya digitadas en lagrimales perplejos
de lúgubres noches crudas,
ahogadas entre la rutinaria exhortación
de trivialidades resecadas
en el pestilente confesionario
horadado aún de conformismo.
Lo vemos pluma en mano:
hiper sensorial, excitado, jadeante,
perturbado, oblicuo e hiperactivo,
acechado y violentamente profanado
por la ardua presión inter-relativa
del usurpador determinismo que,
polizonte entre el tiempo y espacio,
se apresta conspirativamente
a arrebatarle aquella ácida gota
de próspera inspiración eléctrica,
que alcalina sus aceleradas neuronas.
7 de agosto de 2014
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tus comentarios me retroalimentan