Los sueños, suspiros contenidos por aspiraciones
frustrables; aún tengo sueños, por lo menos diez minutos después de cada
comida.
Entre los sentidos se deterioran la mayoría. El sentido
común suele quedar, siempre y cuando no se interpongan los caprichos. Pero la
visión se va encandeciendo al ritmo de la sordera; ¿Mala vista, vista
selectiva, a la vista gorda? Sólo veo que me queda cansada la vista.
Mi caja de Pandora, almacén de los recuerdos, cúmulo de
experiencias, enseñanzas que acompañan todo el trayecto; mi memoria es extraordinaria,
siempre y cuando me acuerde que desayuné hoy.
Dentadura tan fuerte que prefiero sacármela antes de dormir
y suman aquellos otros achaques que menguan mi voluntad cual hachas al tronco
de un grueso roble.
Las pasiones ya no son imprescindibles, pues viví lo
necesario. Ahora la soledad, otrora triste soledad, no es más que el preludio
del más allá, mientras se refleja en mi rostro la extinta llama de aquella chorreada
vela carente de pabilo.
24/02/2014

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