Soy una hoja de papel,
como muchas otras,
con una fotografía impresa
y coronando el extravío
la gran leyenda de “buscada”,
remolcando esperanza,
provocando paritariamente
morbo y clemencia,
gritando auxilio al mundo,
decolorando la paz.
Soy una hoja de papel
flotando hacia el olvido,
colapsando entre las aguas
de una lágrima irreconciliable,
desertando entre el fuego de la desidia,
navegando errática
entre banales tormentas
de tendenciosas redes.
Soy una hoja de papel
como tantas otras iguales a mí,
pegada en un muro,
en un poste, en una vitrina,
acompañada y peleando un espacio
con similares pliegos de diversos colores,
portadores cada cual
de una fotografía distinta,
pero siempre laureados
con la espinosa leyenda.
Soy una hoja de papel
fideicomisaria de aquella imagen
vejada, ultrajada, manoseada,
como seguramente se encontrará
la dueña de aquel retrato,
pasando de mano en mano,
de burdel en burdel,
errante, involuntaria, injuriada,
y absolutamente desamparada.
Soy una hoja de papel
donde pudiérase escribir
la capital sentencia
a justicia que no llega.
(10/09/2014)
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