Estoy mejor que nunca. Como no hacerlo, si por fin me encuentro nuevamente; como no hacerlo si por fin dejo que me encuentren; como no hacerlo si ahora vuelvo a comprender que en la crueldad de la vida es donde se esconden los mejores tesoros de uno mismo; como no hacerlo si tengo la constancia de que hay algo al otro lado del sol; como no hacerlo si ahora tengo la oportunidad de coquetear con las tensiones del prójimo, que generan mi rebeldía; como no hacerlo si lo racional es placebo y lo irreal no deja de ser fútil.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

PUCHO NOCTURNO

Tomar fuerzas de donde ya no quedan, apearse para escudriñar exitosamente el bolsillo del pantalón y extraer simultáneamente la cajetilla y el encendedor. Luego de descubrir la tapa con el debido cuidado de no dañar a ninguno de los veinte apiñados colegas, escojo al azar el más cercano al centro. Lo desenfundo y recibo como estímulo la fragancia del atado, cual si fueran los halos de misericordia exhalados por los que quedarán presos aún. Lo aproximo a la boca a la vez que disfruto el acolchado crujir de sus frágiles espigas amontonadas. Inconscientemente palpo el extremo para asegurarme que el filtro va donde debe ir y lo deposito delicadamente entre ansiosos labios. Las agitadas mariposas que revoloteaban ansiedad en el exigente estómago se posan paulatinamente en el vibrar cardiaco, entendiendo a la perfección que llegó el momento de saciarse. La lumbre se enciende refulgiendo colores en el entorno, convirtiendo al crujir del chisporroteo en aquella campanada que da inicio a la ceremonia. La proximidad de candencia hace crispar el tabaco, invitando a aspirar la primera bocanada de humo, seca, tibia, dulce y absolutamente reconfortante, que penetra por todo el sistema hasta despabilar el alma y reactivar las cansadas neuronas, que irán adormilándose nuevamente a medida que se cumple con la parsimonia y se consume el anhelado cigarrillo, como prólogo ineludible de un sueño reparador.

SAMU, 4 de septiembre de 2014


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