Estoy mejor que nunca. Como no hacerlo, si por fin me encuentro nuevamente; como no hacerlo si por fin dejo que me encuentren; como no hacerlo si ahora vuelvo a comprender que en la crueldad de la vida es donde se esconden los mejores tesoros de uno mismo; como no hacerlo si tengo la constancia de que hay algo al otro lado del sol; como no hacerlo si ahora tengo la oportunidad de coquetear con las tensiones del prójimo, que generan mi rebeldía; como no hacerlo si lo racional es placebo y lo irreal no deja de ser fútil.

jueves, 20 de agosto de 2015

BITÁCORA DEL ADIÓS

Hoy toca disfrazarme de ser vivo. Salir a calibrar mis signos vitales arrastrándome por el piso enlosetado en forma de tablero de ajedrez, sintiendo los fríos azulejos helándome la desnuda espalda, mientras intento identificar cada una de las fichas derredor. Sé de antemano que formo un enroque; y al no ver torres deduzco cual es mi rol. Mas mi fortaleza ya no aparenta adecuada y siento que va mermando inferior a un simple peón de Ludo. Sabiendo que el azar juega por mí, presumo así la cuadratura del manoseado dado.

¡Cómo vamos tejiendo en plata, sin presentirlo quizás, los eslabones de la cadena que nos ancla al extravío, en aguas supuradas de codicia, rutina y servilismo; creyendo, a su vez y de la manera más ingenua posible, dotarnos de un perenne momento confortable, mientras nuestros sueños, etéreos, aerostáticos y volátiles, se van perdiendo en la nada de un vasto (y basto) universo, dejando una costra lagrimal en nuestra impura y gangrenada alma, para asentarse en el olvido del subconsciente!

En fin, sé que sólo juegan conmigo las oscuras sombras de algún interés mezquino. Que los titiriteros saben perfectamente quien soy y la conciencia que tengo del artificio. Empero no reculan, maniatando mis pulsiones y ahogando las pulsaciones hasta verme flaquear, mientras el filoso péndulo de Damocles pende sobre límpido pescuezo.

Apeando a las tribulaciones que se sobrepondrán ante el temple forjado por la paciencia combativa, deduzco al fin aquel proverbio que reza: “terminado el juego todas las piezas volverán a la misma caja” y la energía combativa sonroja nuevamente mi rostro, para colmar de adrenalina el retomar de las riendas que guían al sueño más sublime.


(SAMU, 22 de junio de 2015)


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