Momia que ambulas errante,
procurando destilar la ponzoña
que te inyectan las envidias,
desgarrándote las leprosas carnes
que carcomen tu vitalidad,
vas dejando rastros de tu destino
mientras pela tu blanquecina osamenta,
cargada cual enclenques andamios
de pestilentes andrajos ajenos
y propias aspiraciones frustradas.
Momia, vestigio de pasado,
no encuentras tu descanso
y opones involuntaria resistencia
a la dimisión ineludible
ante semejante asedio
de tribulaciones heterónomas.
¡Oh, épica momia!
Tal vez sea hora de mudarte
aquellos percudidos vendajes,
estropajos de angustia,
ora quitarte la venda de los ojos
para retomar tu esencia
en comunión con el éter,
antes que los nudos en la garganta
terminen por cercenarte
la inquieta voz aún rebelde,
aún certera, aún cardinal.
(SAMU, 19 de enero de 2015)
Me gustó mucho Santiago. Un buen poema con un tema muy original. Demostrás una enorme creatividad.
ResponderBorrarFelicitaciones.
Genial poema, aunque extraño de tema, supiste dar los pasos.
ResponderBorrarY da en qué pensar, porque cuando se dice momia, uno está habituado a pensarlo como algo pasajero.